El pasado 27 de agosto murió en Girona a los 87 años el célebre fotógrafo y publicista barcelonés Leopoldo Pomés.
Fotógrafo, publicista, restaurador, director, escritor… O mirador, como él mismo se describió en alguna ocasión. “Lo más importante en la vida, para mí, ha sido mirar”, comentó hace apenas dos meses en la presentación de sus memorias, No era pecado.
Descubrió su pasión por la fotografía siendo un niño, cuando encontró una cámara Kodak que su padre apenas usaba. Desde entonces empezó a mirar a través del objetivo. Su obra fotográfica abarca diferentes temas y estilos, siempre con su mirada inconfundible. Una mirada en busca de la mejor luz, atenta a las sombras y a los contrastes.
Retrató como nadie la Barcelona de los años cincuenta, desde un punto de vista costumbrista que enseñaba su verdadera cara. Muchas de esas fotografías no verían la luz hasta años después, ya que los editores de la época consideraban que mostraba una ciudad demasiado gris.
Figura imprescindible de la Barcelona de los años de la dictadura, estuvo involucrado desde muy joven en grupos de la vanguardia artística como Dau al Set. De aquella época son los retratos que Pomés hizo a sus miembros Antoni Tàpies, Joan Brossa, Modest Cuixart o Joan Ponç. También retrataría a personajes fundamentales de la cultura como Julio Cortazar, Chillida o Picasso, entre muchos otros.
Su búsqueda de la belleza y la sensualidad se refleja en las fotografías que hizo a sus musas, mujeres hermosas y poderosas como Teresa Gimpera o Nico, que bajo el objetivo de Pomés transmitían un erotismo muy alejado del ambiente opresor de la España del franquismo.
Viendo que la fotografía no le reportaba el dinero suficiente, se interesó por la producción publicitaria y en 1961 fundó junto a su entonces esposa, Karin Leiz, el Studio Pomés. Poco después pasó a ser director creativo de la agencia Tiempo.
Rodó más de 3000 spots. Suya y de Karin Leiz fue la idea del mítico anuncio de Las burbujas de Freixenet. De hecho, Karin fue la primera en enfundarse el traje de burbuja. Leopoldo Pomés también rodó el recordado anuncio para el brandy Terry en el que una sensual amazona cabalga por Doñana a lomos de un caballo blanco. El anuncio logró esquivar la implacable censura de la época y Manuel Vázquez Montalbán diría que con él Pomés había “erotizado a todo un país”.
Barcelonés de pro, Pomés supo exportar la mejor imagen de su ciudad natal. Organizó la ceremonia de inauguración del Mundial de Fútbol de España 1982 que se celebró en el Camp Nou. Años después, ideó el video de presentación de la candidatura de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 que, sin duda, tuvo un papel decisivo en la consecución de los juegos que tanto significarían para la ciudad.
Personaje multifacético, Pomés fue también un gran gastrónomo. Regentó dos de los restaurantes más emblemáticos de Barcelona, Il Giardinetto y la tortillería Flash Flash, punto de encuentro de artistas y figuras de la gauche divine. Con un diseño pop setentero y decorada con imágenes de una fotógrafa (Karin Leiz) que parece retratar a los comensales, el Flash Flash se ha mantenido prácticamente intacto tras casi 50 años de historia.
Pomés llegó a escribir un tratado sobre el pan con tomate y hasta un poemario. Su faceta como director de cine es tal vez una de las más desconocidas. Solo dirigió una película, Ensalada Baudelaire, convertida hoy en una rareza de culto.
En los últimos años se organizaron exposiciones de su obra y recibió reconocimientos tan importantes como el Premio Nacional de Fotografía, que le fue entregado en octubre de 2018.