Bregenz : Más allá de lago y ópera

A orillas del lago de Constanza, conocido como el lago de los tres países o Bodensee, se erige la pintoresca ciudad de Bregenz, sede del célebre y reputado festival de ópera que desde 1946 acoge a primeras figuras de la escena operística mundial y despierta la pasión y el interés de los aficionados más exigentes.

Sin embargo, Bregenz es mucho más que un codiciado destino musical veraniego, la ciudad austríaca y la región de Voralberg ofrecen una estimulante mezcla de arte y cultura, naturaleza y bienestar junto a una sugerente gastronomía.

Bregenz

La ciudad austríaca de Bregenz, que le debe su nombre al asentamiento de la tribu celta Brigantion alrededor de 1500 aC, está situada al sureste del lago de Constanza, que comparte con Suiza y Alemania. Para llegar en avión, puede optarse por el aeropuerto de Zúrich y luego tomar un tren de unas 2h o bien el aeropuerto alemán de Friedrichshafen, menos internacional pero más cerca de la ciudad – a una hora aproximadamente. La oferta de alojamiento es variada y de cierta calidad, pero cuidado! en época de festival de verano hay que asegurar con tiempo el hotel si uno quiere alojarse en la misma ciudad, de lo contrario tendrá que probar suerte en las poblaciones aledañas. Si éste fuera el caso, no hay que preocuparse, las comunicaciones están bien organizadas, como ocurre en general en Austria, Suiza y Alemania y en pocos minutos  uno puede situarse en el centro de Bregenz. Ello también permite explorar la zona, sus habitantes y la Austria más tradicional.

bregenz
Vistas sobre Bregenz desde el Pfänder

Este fue nuestro caso al alojarnos en la acogedora población de Wolfurt, en un moderno hotel. La primera noche decidimos aventurarnos a cenar en el pueblo. Caminar por las calles desérticas, silenciosas y sin a penas luz de esta población de 8,000 habitantes – ¿dónde estaban por cierto? – nos llevó a un “Gasthof” -(literalmente patio gastronómico, o lo que es lo mismo restaurante con agradable terraza). Ahí disfrutamos de lo lindo con una maravillosa parrillada servida con las mantequillas típicas de la zona (las Kräuterbutter) y acompañadas por unos saciantes Knödel (una especia de albóndigas muy populares en Centro Europa hechas con mantequilla, pan, harina, huevo, leche, perejil, cebolla…). Todo ello bien bañadito de su bratsauce (salsa de carne, vamos nuestra salsa española de siempre).

Bregenz
Saciantes Knödel (una especia de albóndigas muy populares en Centro Europa hechas con mantequilla, pan, harina, huevo, leche, perejil, cebolla…)

Por la mañana, a pesar de un decepcionante desayuno en el hotel, nos dirigimos con muchas ganas a ver la exposición de Adrián Villar Rojas en el Kunsthaus de Bregenz, dedicado al arte contemporáneo. El edificio del museo, que es relativamente joven, de 1997, es obra del arquitecto suizo Peter Zumthor, y se erige como un cubo acristalado frente al lago. La obra del argentino Villar Rojas nos impresionó por su inmensidad y su poesía a través de una personalísima reinterpretación de grandes obras clásicas como el “David” o el “Guernika”.

bregenz
El Kunsthaus de Bregenz
bregenz
Pieza de la exposición de Adrián Villar Rojas

Nuestra siguiente parada nos situó a explorar lo alto del Pfänder, la montaña que se levanta al pie de Bregenz. Pfänder – literalmente en alemán, promesa – ofrece unas espectaculares y sobrecogedoras vistas a todo el lago de Constanza que nos llenaron el espíritu y nos abrieron el apetito. Nuestra siguiente parada gastronómica nos llevó al Kornmesser, situado en un bonito edificio barroco y con un agradable “Hof” con vistas al lago. No podíamos dejar Austria sin probar dos platos muy típicos del país, el codillo de cerdo “Schweinshaxe ” y el Wienerschnitzel – o sea, el famoso bistec de ternera rebozada, que a pesar de no tener ningún secreto, se degusta con ganas-.

bregenz
Vistas desde el teleférico – Pfänderbahn
bregenz
El codillo de cerdo “Schweinshaxe “

Un paseo en barco por la inmensidad del lago nos ayudó a superar la pesada digestión, para luego dirigirnos al hotel a acicalarnos. Teníamos una cita con Carmen, la gitana más operística, en el Seebühne del festival de verano. Estábamos algo curiosos de ver el perfil de público, ya que si nos fiábamos de las imágenes en “James Bond: Quantum of Solace”, éste parecería más provenir un desfile a lo “red carpet” de Hollywood. Afortunadamente, ya que el calor aprieta en el verano de Bregenz, el público es bastante relajado e informal. Sin llegar a los shorts, pero sin presencia de black ties o vestidos largos.

bregenz
Escenario de la ópera Carmen – Bregenzer Festspiele

Sin entrar en profundidad en los detalles artísticos de la representación de la ópera de Bizet, sí hay que mencionar la espectacularidad de la propuesta escénica, que juega con el agua del lago como hilo conductor, con saltos mortales a 15 metros de altura, barcos, danzas en el agua y hasta fuegos artificiales. No es un espectáculo apto para puristas, pero la diversión está garantizada. Lo que más sorprendió fue, antes de empezar, ¿y la orquesta donde se sitúa? No encontrábamos el tradicional foso. ¡¡¡Es que no estaba!!! Coro, orquesta y director se sitúan siempre en el teatro cerrado anexo al escenario del lago y a través del señal de audio y vídeo nos llegaba la música de la ópera. Nos habían recomendado cenar antes de la representación, por que a medianoche cuando termina parece que no hay oferta gastronómica. Pero el mismo restaurante del festival donde encontramos al reparto de Carmen y saludamos calurosamente a su protagonista, la mezzosoprano italiana Annalisa Stroppa, tiene la cocina abierta para los que prefieran ver la ópera con el estómago vacío.

bregenz

A la mañana siguiente, asistimos a la representación de la rareza Mosè in Egitto de Rossini, ahora sí, en el teatro cerrado del festival, y un “curtain up” a las 11h. Este Mossè sorprendió por una maravillosa producción que jugaba con proyecciones de marionetas para narrar la historia bíblica. Solistas y orquesta también gustaron mucho y dieron el broche de oro a un fin de semana redondo.

Bregenz y Voralberg nos han brindado una escapada extraordinaria y con ganas de más. ¡Volveremos!, seguro.