Poble Sec, A la conquista de nuevos territorios

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Aires bohemios entre Montmartre y Spaccanpoli

En este mundo hay dos tipos de personas, las que crean modas y las que las siguen. Hará unos doce años me entrevisté por casualidad con Ricardo Feriche –diseñador gráfico, tipógrafo y empresario restaurador–, en su estudio de la calle Tapioles, en pleno Poble Sec, y me contó que estaba de regreso de una etapa en Nueva York y que había elegido el barrio por su proyección a medio plazo. En esa época estábamos poco acostumbrados a conceptos como gentrificación o inversor internacional, y todavía no habíamos soñado con los pisos turísticos, y mi reacción fue de perplejidad absoluta: un tipo tan sofisticado, que para recibir a un insecto como yo, ofrecía un chai y unos cómodos sillones en su estudio-restaurante, se instalaba por todo lo alto en uno de los barrios más deprimidos del centro de Barcelona: alguna información poseía que el resto no conocíamos.

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El tiempo le dio la razón a Ricardo, y en 2016, Poble Sec es la punta de lanza de un modelo que crea seguidores y detractores por igual y que no entiende de fronteras ni reclamaciones vecinales. Restaurantes de autor aparecen justo al lado de talleres de reparación de chapa, y los cupcakes stores sustituyen a las mercerías de toda la vida –cuando aparece el primer cupcake, ya podemos hablar de gentrificación, según el sociólogo Daniel Sorando. Mientras el barrio vive un esplendor gastronómico y inmobiliario sin igual, asociaciones vecinales ponen el grito en el cielo por la subida de precios y la falta de inversión pública.

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Pero vayamos por partes: si uno quiere comer de verdad, la visita a La Perla dels germans Serra, en el Passeig de l’Exposició nº 62, es de obligado cumplimiento. Sus guisos de la abuela, callos con garbanzos, tortilla de samfaina y una carta con más de cien platos son un canto contra los análisis de sangre.

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Aunque si lo que buscáis es un tapeo, quizá un paseo por la peatonal calle Blai os convenza de que en Barcelona es posible encontrar caña+tapa a precio de caña –¿cuántas veces me habré quejado de lo tacaños que son los restauradores catalanes antes de conocer la calle Blai?

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Si os va la sofisticación pero no queréis cruzar el Paralelo, tenéis el Xemei, frente a La Perla, que se ha convertido en un referente de la cocina atípica italiana, la del Tri-Véneto anti Tagliatella, y un referente también del hipsterismo y la audacia, pues fue apuesta pionera en el distrito. Otro clásico es el Elche, en la calle Vila i Vilà nº 71, arrocería canónica, o La Bodegueta del Poble Sec, en la misma calle Blai nº 47, o el imperdible Quimet Quimet y sus ahumados, presente en las guías de Barcelona desde antes de las Olimpiadas.

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Los inversores internacionales tienen los ojos puestos en Poble Sec, y son muchos los fondos que compran en este barrio por su recorrido en inversión –los precios todavía son un 50% de la media de Eixample–, por su atractivo natural –un toque de Montmartre, otro de Spaccanpoli, aires bohemios– y por su cercanía a los centros turísticos.

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Hace poco me di una vuelta por la calle Tapioles. Ricardo Feriche ya no tiene el estudio allí. El Poble Sec ya está más que consolidado.